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martes, 30 de noviembre de 2010

Noche


Calles mojadas por donde se pierden
apresurados pasos hacia ninguna parte.
Nostalgia sin lágrimas en las mudas esquinas.
¿Dónde te encontraré esta noche, amor mío?
¿Cómo podré saber tu nombre?
Sólo hay un silencio confuso y sagrado
y, a lo lejos, las luces de un taxi cruzan la niebla.
Tal vez tú estás adivinando mi silueta vagabunda
desde el cómodo refugio de tus sábanas,
compartidas con la cálida piel
sumisamente acoplada en tu abrazo.
Vibra mi tiempo mientras la noche fluye
impaciente por no poder hacerme suya
y en los altares de la desesperación
se inmola, una vez más, mi vientre desolado.

(C)Mayusta 2010

lunes, 22 de noviembre de 2010

Entrega


Adoré las estancias de tu cuerpo pagano
y tu boca entreabierta
en un jardín de seda derramada;
la música prohibida de tu voz
estrellada en mis sienes
como el rumor de la espuma del mar;
el perfume violento de tu piel
que abrasaba mis ansias;
la vertical caída de tus ojos 
sobre el desierto inerte de mi cuerpo...
No hubo ya retorno.
Invertí la verdad de mis fronteras
y enterré en mis entrañas
las letras de tu nombre.

(C) Mayusta 2010



martes, 16 de noviembre de 2010

Ausencia



No busques ya ninguna explicación.
Porque a veces, los círculos no se cierran del todo
y las líneas se pierden
en la infinita pradera del tiempo.
Podrá no ser la misma la boca que aquel día
pronunciaba frases de eternidad
o sellaba un silencio impenetrable.
Mas mi vaso vacío
transparencia será de horas pasadas
o el recuerdo salino
de tu presencia marcando instantes de luz.
Mi búsqueda en la noche
la negación oscura de tu piel,
o acaso el renacer de una esperanza.
Y todo lo importante
es que ya no nos hieran las ausencias.

(c) Mayusta 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ya nada fue tu nombre.



Abandoné al final toda esperanza
cuando el camino a ti sólo fue sombra
envuelta en el silencio de tu ausencia.
Reviví nuevamente en otros ojos,
redimieron mis pies caricias suaves,
cansados como estaban
de caminar la nada y el olvido.
De aquella guerra inútil
fueron bandera blanca dulces sábanas
arropadas en cuerpos generosos
que disolvían el sabor del miedo.
Confié nuevamente, calmadas las batallas,
en una paz sin armas escondidas
en las esquinas sórdidas del odio.
Y enterradas, por fin, las flores del recuerdo
ya nada fue tu nombre.

(c) Mayusta 2010



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